La reforma de la PAC marcará el ritmo agrario a partir de noviembre: llega el momento de aprender a vivir sin cuotas. Frenar el despoblamiento del medio rural, impulsar marcas de calidad y fomentar la producción ecológica, otros de los retos
La reforma de la Política Agraria Comunitaria (PAC), el aumento de los costes de producción en el campo o la lucha contra enfermedades como la lengua azul y el despoblamiento en el medio rural centrarán los esfuerzos de la Administración asturiana en el nuevo curso agrario que acaba de comenzar.
Con el inicio de septiembre no se acaba el verano, pero casi. Este año el día 1 ha sido lunes, lo que da aún mayor realce a esa barrera psicológica entre las vacaciones y la vuelta a las tareas. El campo asturiano, que acabó junio con bastantes deberes pendientes, se enfrentará en los próximos meses a nuevos retos cruciales para poder garantizar el futuro. Los frentes abiertos se concretan en los siguientes puntos:
La reforma de la Política Agraria Comunitaria. El próximo mes de noviembre la Comisión Europea debe clarificar sus intenciones para el campo. Uno de los puntos cruciales para Asturias es el final de las cuotas lecheras para 2015. La decisión aún no es oficial pero parece inevitable. Los consejeros de la Cornisa, entre ellos la asturiana Belén Fernández, han pedido a Bruselas ayudas para los ganaderos que invirtieron en cuotas y se quedan sin ese capital. La comisaria Mariann Fischer ya ha advertido a los estados de que no se hagan ilusiones. Precisamente Bruselas es partidaria de recortar ayudas al campo para trasladarlas al desarrollo rural. La UE destinó a la agricultura 48.462 millones de euros en 2007, lo que supone un 50,5 por ciento del presupuesto total comunitario. España recibió 6.432 millones, el 13,3 por ciento del total, y se convirtió en el tercer mayor país receptor de estas ayudas, sólo superado por Francia, principal beneficiado, y Alemania. A los 14.612 ganaderos asturianos beneficiarios de ayudas les correspondieron 75,9 millones de euros.
La lucha contra la lengua azul. La enfermedad que llegó del Sur es la gran cruz que los ganaderos asturianos llevan arrastrando todo el verano con resignación. La historia de la lengua azul en la Cornisa empezó en Guipúzcoa, llegó a Cantabria, siguió por el Oriente y se extendió a toda la región. La mortalidad por la fiebre catarral del ganado afecta sobre todo al ganado ovino. El vacuno no muere con tanta facilidad, pero pierde peso y deja de dar leche. Además, las normas de restricción de movimientos restan agilidad al envío de reses al matadero y a los mercados. Ante la difícil situación, el Principado ha anunciado ayudas que deben concretarse este otoño. De momento, los ganaderos ya tienen el plazo abierto para solicitar las subvenciones destinadas a paliar pérdidas que la oposición no duda en calificar de millonarias.
Reducir los costes de producción de carne y leche. Aunque el barril de petróleo da un respiro, el precio del combustible aún sigue más alto que el año pasado por estas fechas. Los ganaderos se quejan y aseguran que con el litro de leche a 0,40 no cubren costes. Si no hay rentabilidad, llegarán nuevos cierres de ganadería. A Asturias le quedan unos 2.800 ganaderos en el sector lácteo. La cuota asignada -unas 630.000 toneladas- también es la más baja de la historia.
Frenar el despoblamiento. Las aldeas asturianas se quedan vacías. Las políticas de desarrollo rural tienen ante sí el reto de atraer gente a los núcleos rurales. No es sencillo. Faltan atractivos y sobran inconvenientes. La caída de la rentabilidad de la ganadería y la agricultura debe compensarse con otras opciones. El gran reto será definir cuáles son y poner en marcha políticas realmente eficaces.
Impulsar las marcas de alimentos de calidad como un valor diferencial. Los alimentos asturianos con marca de calidad son actualmente los quesos de Cabrales, Gamonedo, Casín, «afuega''l pitu», la sidra, la ternera asturiana, el chosco de Tineo y el vino de la tierra de Cangas. Los alimentos asturianos son protagonistas de una campaña de promoción bajo la denominación «Sabores de Asturias». La acción promocional une alimentos con rutas turísticas y lugares emblemáticos de Asturias. Los elaboradores tienen ante sí el reto de buscar nuevos mercados y dar a conocer las peculiaridades de sus productos fuera de la región. El queso de Cabrales fue el primer producto asturiano que consiguió una denominación de origen, la sidra es todo un emblema de Asturias y el «afuega''l pitu» también vive un extraordinario momento de expansión en concejos como Grado y Morcín.
Para complementar las marcas de calidad que otorga Bruselas, el pasado año el Principado puso en marcha la marca Alimentos del Paraíso Natural, que puede ser utilizada para diferenciar cualquiera de los productos agroalimentarios y pesqueros de la región. La certificación del producto debe estar vinculada a una industria solicitante, que, a su vez, estará inscrita en todos los registros pertinentes. A continuación, se resumen algunos de los requisitos que recogen los citados pliegos en los casos del queso de cabra y la miel.
Dar un empuje definitivo a las producciones ecológicas. Asturias es terreno abonado para la producción de alimentos cultivados de forma ecológica. Aún así, la actividad no acaba de alcanzar velocidad de crucero. Los representantes del Consejo de la Producción Agraria Ecológica (COPAE) confían en que el curso 2008-09 sea el año de la consolidación. La agricultura ecológica de Asturias se centra en carne, leche, productos de la huerta y miel, mientras que la frutícola aún es escasa. Y casi toda la miel ecológica producida en Asturias es para la exportación, especialmente a Alemania. Uno de los productos con mayores posibilidades es la leche ecológica.
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